Descifrando la complejidad: cómo estamos analizando la cohesión social en La Garrotxa

El reto de la cohesión social ya no es una preocupación local, sino una realidad global que probablemente define la época en la que vivimos. En todo el mundo, las sociedades se enfrentan a una creciente polarización, percepciones de injusticia y un debilitamiento de los vínculos comunitarios, lo que se traduce en una pérdida de confianza en las instituciones y entre los propios ciudadanos. Las fracturas sociales, que a menudo se manifiestan en forma de tensión o malestar, nos obligan a replantearnos cómo entendemos, medimos y, sobre todo, cómo reforzamos el tejido social.


La Garrotxa, una comarca al norte de Barcelona tradicionalmente percibida como un espacio de refugio, estabilidad y cohesión, no es ajena a estas dinámicas. Hoy, la realidad es otra: un crecimiento económico que no llega a todos. A pesar de las buenas cifras de empleo, hasta un 15% de los trabajadores de la comarca son considerados trabajadores pobres. El aumento de la diversidad, con la llegada de una numerosa población de nacionalidad extranjera (28% en Olot), ha generado tensiones, desconfianzas e incluso, en ocasiones, conflictos. Los vínculos comunitarios son cada vez más frágiles: la sensación de aislamiento y de falta de apoyo se ha duplicado en apenas cuatro años. Todo ello se combina con un deterioro generalizado de la salud mental.


En mayo de 2025, pusimos en marcha un proyecto de laboratorio social para abordar estos retos, acompañando a la Mesa de Cohesión Social de La Garrotxa. La fase inicial se centra en analizar el desafío más allá de los síntomas visibles, aplicando un marco de análisis riguroso que nos permita entender las causas profundas y sistémicas del problema, así como identificar posibles palancas de cambio.

Con ellas, iniciaremos un proceso de benchmarking, seguido de codiseño, experimentación y evaluación, con el objetivo de desarrollar nuevas respuestas y políticas adaptadas a la comarca. Este proceso nos permitirá traducir un marco analítico en una estrategia de transformación situada, con capacidad de generar resultados tangibles en el territorio.

En esta fase de análisis, entendemos la cohesión social como un concepto vivo y multidimensional. Para descifrar su complejidad y analizar sus causas, hemos adoptado el marco teórico de Jane Jenson y sus cinco dimensiones clave.


Para este análisis, hemos adoptado el marco conceptual de Jane Jenson, una herramienta fundamental para nuestra práctica. Este modelo permite descomponer la complejidad de la cohesión social en cinco dimensiones interrelacionadas, con el fin de obtener un diagnóstico más preciso que oriente acciones transversales y con resultados tangibles. A continuación, compartimos nuestras conclusiones iniciales para cada dimensión en La Garrotxa:

1. Pertenencia vs. Aislamiento:

Esta dimensión se centra en el sentimiento de los individuos y grupos de formar parte de una comunidad amplia, en contraposición con la soledad, el desarraigo o la ausencia de vínculos significativos. Tradicionalmente, La Garrotxa se percibía como un territorio en el que “todos nos conocemos” y con fuertes lazos comunitarios. Sin embargo, la realidad actual muestra un debilitamiento de estos vínculos. La primacía de la responsabilidad individual sobre la colectiva contribuye a esta tendencia, así como la desconfianza hacia la diferencia y los modelos mentales que dividen entre “nosotros” y “ellos”. Muchos entrevistados señalan la ineficacia de los espacios tradicionales de participación, por ser poco inclusivos o poco relevantes.

2. Inclusión vs. Exclusión:

La inclusión hace referencia a la igualdad de oportunidades y al acceso efectivo a derechos esenciales como la vivienda, el empleo, la salud o la educación. En La Garrotxa, esta situación es paradójica: pese a las altas tasas de ocupación, existe un desarrollo desequilibrado. El 36,3% de los asalariados cobra menos de 1.200 euros al mes, y colectivos como los jóvenes o las personas de origen extranjero encuentran grandes dificultades para acceder a una vivienda. La cohesión no es posible si existen desigualdades estructurales y exclusiones sistemáticas. La precariedad laboral, los bajos salarios y la percepción de falta de oportunidades para ciertos perfiles en las pequeñas y medianas empresas son causas frecuentes citadas en las entrevistas. La discriminación en el acceso a la vivienda, ya sea por el origen, el apellido o el color de piel, también es habitual, alimentada por estigmas y la presunción de precariedad económica.

3. Participación vs. No implicación:

Esta dimensión se refiere a la capacidad de las personas para tener voz e incidir en las decisiones que afectan a sus vidas, participar en la vida comunitaria y contribuir a la construcción colectiva del futuro de la comarca. Todas las dimensiones anteriores inciden en esta. Cuando los espacios de participación no se perciben como auténticos, influyentes, accesibles o incluso seguros, la ciudadanía —especialmente los colectivos más vulnerables— se repliega en la esfera privada. Barreras lingüísticas, desconocimiento de los canales existentes, falta de espacios adaptados a la diversidad de horarios y ritmos de vida o a nuevas formas de participación también influyen negativamente.

Aun así, la experiencia del Pla Educatiu d’Entorn durante la pandemia demostró que la comarca tiene capacidad para generar vínculos y trabajar conjuntamente con comunicación fluida y horizontalidad. Esto resalta la necesidad de transformar las formas de trabajo para crear espacios genuinos y eficaces de colaboración.

4. Reconocimiento vs. Rechazo:

Este pilar subraya la importancia de valorar la diversidad cultural, social y de experiencias, frente a la discriminación o la estigmatización. En la comarca, las encuestas muestran que, aunque el rechazo abierto es minoritario, un porcentaje significativo de la población mantiene dudas o recelos sobre el impacto de la inmigración. Las encuestas realizadas en Olot en 2017 reflejaban que una parte relevante de la población coincidía con afirmaciones como “nos quitan el trabajo”, “empeoran nuestros servicios públicos” o “reciben un trato de favor”. Los discursos que vinculan la inmigración con el deterioro de servicios o de la seguridad son frecuentes. El relato es tanto causa como efecto evidente de los retos de cohesión social.

Sin embargo, experiencias de contacto directo —como entre personas mayores y niños migrantes, o entre vecinos de distintos orígenes que se apoyan— demuestran que muchas diferencias se diluyen y emergen espacios de respeto y convivencia. El reconocimiento mutuo se construye a través de interacciones positivas y directas.

5. Legitimidad vs. Ilegitimidad:

Esta dimensión se refiere al nivel de confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas y privadas, así como a la percepción de justicia y equidad en su funcionamiento. Sorprendentemente, la percepción de que las instituciones “no trabajan para mí” y que generan injusticia en lugar de corregirla, es una de las causas profundas más mencionadas por los colectivos entrevistados.

La coexistencia de bonanza económica con bolsas persistentes de vulnerabilidad social genera una fuerte percepción de inequidad. Se cuestiona la justicia del sistema y la legitimidad de los procesos de decisión que conducen a esta distribución desigual. Además, la creciente sensación de impotencia y frustración ante problemas complejos puede erosionar seriamente la legitimidad institucional si no se articulan respuestas percibidas como eficaces.

También existe un gran desconocimiento sobre los motivos de las decisiones públicas locales, nacionales, estatales e incluso europeas o globales (como en torno a la Agenda 2030). La ciudadanía no siempre percibe la complejidad de los problemas sociales, los conflictos de intereses o los equilibrios difíciles que intenta resolver la política pública. La legitimidad, por tanto, depende en gran medida de la capacidad de las instituciones para adaptarse, escuchar y co-crear soluciones con la ciudadanía, construyendo un nuevo modelo de gobernanza basado en la colaboración y la corresponsabilidad.


Estas conclusiones iniciales son solo el punto de partida del análisis, pero el verdadero valor de un laboratorio social radica en la cocreación de soluciones. Nuestro enfoque no se limitará a diagnosticar los problemas y entender sus causas, sino que utilizará ese conocimiento para activar palancas de cambio que respondan a la complejidad del reto de la cohesión social en La Garrotxa.

Próximamente debatiremos en profundidad este análisis con la Mesa de Cohesión Social y con una amplia diversidad de actores clave de la comarca. Realizaremos un proceso de benchmarking para identificar buenas prácticas que estén funcionando tanto en la comarca como en otros territorios, y diseñaremos proyectos piloto para poner a prueba respuestas innovadoras adaptadas a la realidad local.

Os invitamos a seguir de cerca este proceso. Vuestras reflexiones y vuestra participación serán valiosas para seguir descifrando la complejidad y explorar caminos innovadores y efectivos para construir una comarca más justa, cohesionada y resiliente para todas las personas.